jueves, 26 de mayo de 2011

Impotence.

La verdad es que no hay palabra que defina mejor mi estado estos últimos meses, esa sensación de darlo todo para perder hasta lo que no se tenía, de esforzarse al máximo para no obtener nada a cambio, de tropezar una y otra vez con la misma piedra sin ser capaz de saltarla, de dar vueltas en círculos y llegar siempre al mismo punto de partida, en definitiva, la sensación de que luchar no sirve para nada.

Es entonces cuando más fuerte debemos ser, cuando todo parezca oscuro y la vela que nos alumbre el camino se apague, será cuando tengamos que abrir los ojos todo lo que podamos para poder distinguir la luz que nos espera a la salida entre toda la tiniebla que nos rodee, porque si no, no haremos más que dar vueltas en círculos, seguiremos tropezando con esa maldita piedra, y por mucho que luchemos contra los muros que nos oprimen no conseguiremos nada, perderemos todo lo que tenemos y lo único que obtendremos es la desilusión y la decepción de la derrota.

Debemos ser nosotros los que nos armemos de fuerzas para continuar, de no temerle a avanzar a ciegas, de apoyarse en nuestro instinto y mordiéndonos fuertemente los labios, apretando los puños y tragarnos todas las lágrimas que se atrevan a salir de nuestros ojos.

Debemos ser nosotros los que volvamos a encender la vela, los que avancemos sin mirar atrás, porque son nuestros propios pasos los que nos guiarán en la oscuridad y no podemos dejar que la soledad, la incertidumbre, o cualquier otro obstáculo nos detenga.

Yo ya he tomado mi decisión, pienso seguir adelante con paso firme, sin preocuparme por el pasado, sin pensar en el futuro, solo centrándome en el presente, olvidándome por completo de la existencia de la palabra "impotencia", porque si luchamos por algo, aunque no lo consigamos,ya habrá merecido la pena, será una experiencia más en esta vida, un gramo de arena que añadiremos a nuestro reloj particular, una gota de agua a nuestro vaso de la vida, que llenaremos poco a poco con nuestras experiencias, buenas y malas, porque todas merecen ser contadas, unas para alegrarnos de los buenos momentos, otra para recordarnos que nadie es perfecto y que tenemos muchas cosas de las que aprender, para crecer como personas y madurar...
He tomado la decisión, de encender mi vela, de seguir viviendo experiencias, de volver a sonreír, de disfrutar de cada segundo que pase haciendo cualquier cosa, de volver a estar contento y satisfecho conmigo mismo, de levantarme del suelo donde me hallaba para no volver a dejar que la palabra impotencia me vuelva afectar nunca más.

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sábado, 7 de mayo de 2011

Change.

Apoyado en la pared miraba fijamente el cielo, en mi mente iba repasando el día que ya terminaba con los últimos rayos de un Sol que se escondía en el horizonte; en ese momento metí la mano en el bolsillo y saqué mi móvil, miré la hora de manera ausente y volví a alzar la mirada.

Era una noche oscura, no había Luna en el cielo que alumbrase las calles, lo único que se escuchaba era el ruido procedente del bar en cuya fachada estaba apoyado, mis amigos me esperaban dentro, les había dicho que iba a salir un segundo que tenía que realizar una llamada y en vez de eso me encontré a mi mismo con la mirada perdida en el infinito, con lágrimas haciendo carreras en mis mejillas esperando inútilmente notar una vibración en mi bolsillo que significase que se había acordado de mí…

Volví a mirar el móvil esperando encontrar una respuesta pero lo único que había cambiado era el minutero del reloj…Indignado conmigo mismo lo guarde y empecé a caminar por la calle, harto de que perseguir lo mismo y de que se me escapase justo cuando lo tenía enfrente, harto de no haber llegado a comprender el significado de esa palabra…

Efectivamente, hablo de la palabra amor, esa que tantos quebraderos de cabeza me ha ocasionado, ya empiezo a dudar incluso de su existencia a pesar de lo evidente que me resulta a veces el hecho de que sí existe y que sigue ahí.

Mientras camino alejándome escribo un sms excusándome por haberme tenido que ir, había perdido totalmente las ganas de continuar con la velada, solo quería llegar a casa, tomarme una taza de café y ponerme a leer un buen libro, todo esto olvidándome de mis esperanzas e ilusiones, las cuales cada vez iban desapareciendo con mayor rapidez…

Fue entonces cuando me di cuenta, de lo poco que importaba, de lo fácil que podía ser, olvidarme de todo, dejar a un lado mis quebraderos de cabeza, dejar a un lado todas las tonterías que me reconcomen con el único objetivo de hacer que vuelva a decaer… ¡Paso! Me decía a mí mismo, a partir de ahora me olvidaré de las preocupaciones, las ignoraré, me limitaré a seguir mirando al frente sin pararme a pensar, porque ya estaba cansado de tener que adaptar mi camino al que me marcaban los demás, a partir de ahora quien quiera seguirme tendrá que aguantar mi ritmo, y si no es capaz simplemente es que no merece la pena que me preocupe por esa persona.

Todos estos pensamientos me inundaban mientras caminaba con las manos en los bolsillos de mi vieja sudadera hasta llegar finalmente a un mirador cerca del mar, apoyándome en él me quede mirando como el Sol terminaba de desaparecer; lo tenía decidido, era la hora de cambiar, de ser alguien nuevo, de crear una barrera infranqueable, de ser una persona más fuerte que no se derrumbe por cada piedra del camino, saltarlas despreocupadamente o simplemente ignorarla…

En ese momento mi móvil empezó a vibrar, lo saqué del bolsillo y me quedé mirando la pantalla luminosa, era la llamada que llevaba toda la noche esperando… sin pensármelo dos veces lo lancé al mar con una sonrisa en la cara, la primera sonrisa sincera en mucho tiempo, me giré de espaldas a la playa y seguí mirando al cielo, tal y como había estado haciendo desde el principio de la noche.



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