sábado, 29 de octubre de 2011

Disappointed.


Siento que llevo demasiado tiempo preguntándome “por qué”, por qué no me salen las cosas bien, por qué por mucho que lo intente siempre fracaso, por qué …
Después de tanto tiempo levantándome con el pie izquierdo un día tras otro, llega un día en el que te hartas, en el que quieres darle un vuelvo a tu situación, pero no sabes cómo.

Como ya he dicho antes, llegó el día en el que el vaso de mi paciencia se llenó. Me levanté como un día cualquiera (con el pié izquierdo por delante, por supuesto) y me somnoliento apagué el despertador y me dirigí a la ducha, después de desayunar cogí el autobús de camino a la facultad, en el trayecto, mientras esperaba en la parada, un coche hizo que me empapase al pasar éste por encima de un charco, originado por la lluvia de la noche anterior, que se encontraba justo al lado mía, el día no podía comenzar de otra forma...
En clase me encontraba ausente, como si mi alrededor no existiera, las cosas no me salían, no conseguía concentrarme, solo pensaba en el momento de volver a mi cuarto, a aislarme del mundo que me rodeaba y de las ideas que taladraban constantemente mi mente.
Finalmente llegué a casa, solté la mochila en el primer sitio que encontré y me tumbé en la cama, y ahí me quedé durante un rato meditando sobre mi día, un día
en el que lo mejor que me había pasado era que por fin éste llegaba ya a su fin...

Son muchos detalles para contarlos todos aquí, dos meses de la misma forma sin saber ni cómo ni por qué, solo espero que pase cuanto antes...
Lo único que pido es algo donde apoyarme, un hombro al que sujetarme cuando tropiece, una mano que me ayude a levantarme si me caigo, una sonrisa que ilumine mis días nublados, unas palabras que me apoyen cuando lo necesite...

Pero quizás esté pidiendo demasiado...




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