martes, 6 de mayo de 2014

Betrayal.

Levanté la visera de mi casco para otear el horizonte. La imagen no pudo ser más perturbadora, el ejército enemigo se acumulaba a lo largo del valle y parecía no tener fin.

El miedo se dibujó en mis ojos y se fue traspasando al resto de mi cuerpo quedando éste totalmente paralizado mientras mis camaradas pasaban alrededor mío.

Por un momento empecé a cuestionarme todo: ¿dónde estaba?, ¿qué estaba haciendo aquí?, ¿por qué tuve que abandonar la seguridad de mi hogar? Aun con dudas en mi mente, intenté avanzar paso a paso, sin detenerme y sin mirar atrás.

Cuando quise darme cuenta estaba corriendo espada en mano y soltando alaridos incomprensibles dejando atrás a mis compañeros de armas para encabezar la embestida. Estaba deseando poder defender mi honor, demostrar que valgo mucho más de lo que pensaban algunos ilusos, mitigar las dudas que existían sobre mí y defender aquello en lo que creo.


Sumido en esos pensamientos me hallaba cuando una flecha ahogó mis gritos de furia al atravesarme la garganta. Aturdido y dolorido di un traspié cayendo sobre mi rodilla derecha. Al levantar la mirada no tardé en sentir como una nueva flecha me atravesaba la espalda. Desconcertado miré hacia los que creía mis camaradas, a los que pensaba que darían su vida por mí, cuando otras dos flechas más se alojaron entre mis costillas y un soldado con los mismos colores que yo en su armadura acababa con mi agonía clavándome su espada bastarda en el corazón. Me habían traicionado.








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